Carl Panzram, hijo de la violencia y el rencor
Cuando nos acercamos a la vida de los asesinos seriales, en un primer efecto nos quedamos solo con los hechos criminales. Sí, es condición humana la curiosidad, pero normalmente esta curiosidad se decanta más por el «cómo» que por le «por qué», porque esta segunda pregunta se acerca a más a la obligación de reflexionar, un por qué, genera más por qués, y muchos no están dispuesto a pensar tanto.
Sin embargo en el proceso de una personalidad criminal, lo hemos ido viendo a lo largo de la historia de Vidas Asesinas, hay que tener en cuenta su infancia, su entorno familiar, el ambiente social, la intelectualidad adquirida, el grado de inteligencia, los giros de su vida, sus dependencias físicas, psíquicas y fisiológicas, su sexo, la edad, el momento histórico… En efecto, como tantas veces hemos dicho, las personas somos multifactoriales y los asesinos en serie también. Pero hasta hoy no habíamos entrado en la profundidad del pozo oscuro que una prisión puede ser. Qué es realmente una prisión. Cómo actúa en el preso. Qué implica en la persona la restricción de libertad. ¿Sirve para algo realmente si vemos que hay tantos reincidentes? ¿En qué ha cambiado a lo largo de la historia el concepto de prisión? ¿La cárcel es para castigar, para hacer justicia o para reinsertar?
Hoy vamos a tratar un expediente espectacular, que lo hemos elegido precisamente por eso, porque es espectacular para el objetivo de este programa. Hablaremos de Carl Panzram porque consideramos que representa muy bien los efectos de un sistema de prisiones puede convertir en definitivo para que una persona delictiva lo sea más o lo sea menos. Hoy, con todos nosotros, Carl Panzram, una vida oscura, brutal, con más de 100 vidas a su cargo y el odio por todo lo que le rodeaba hasta su muerte en la horca.
En la redacción Humberto Pérez-Tomé, invitada Rocío Gómez Hermosa, psicóloga forense en Vigilancia Penitenciari.
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