Elizabeth Short, la Dalia negra, un crimen oculto
La escena del crimen era dantesca. Frank Perkins y Wayme Fitgerald, dos agentes experimentados tuvieron que retirar la mirada la primera vez que lo vieron. El cuerpo desnudo de aquella mujer, había sido cortado por la mitad a la altura de la cintura. Estaba exento de sangre, lo que suponía que había sido desangrado antes de llegar a aquel lugar. El rostro estaba cortado desde la comisura de los labios hasta las orejas, al estilo de la sonrisa de Glasgow o más conocido en español como la sonrisa del Yoker (del payaso…). Lo habían abandonado en el solar, tendido de espaldas con las manos por encima de la cabeza y los brazos doblados en ángulo recto por los codos. Le habían arrancado el bazo, el corazón y los intestinos. Tenía arrancado el pezón izquierdo y mutilado el pecho derecho. (…).
Debido al rigor mortis de las manos y las yemas arrugadas de los dedos por su permanencia en el agua, dificultaron la toma de las huellas dactilares pero finalmente descubrieron pronto su identidad: se trataba de Elizabeth Short.
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